Volver a ese palacio de grandes habitaciones y ventanas,
lleno de colorido y sobre todo sonrisas. Sí, he vuelto con mis pequeños
príncipes y princesas, pero esta vez para quedarme hasta el final. Alegría al
ver que siguen acordándose de mi aunque haya pasado más de un año, por sentir
de nuevo sus abrazos, sus besos y sus dulces vocecitas diciendo “seño, ¿lo he
hecho bien?, ¿Me haces la coleta?, ¿me pones la diadema?, ¿me atas el cordón?”,
frases que para gente de otras profesiones no puede significar nada, pero que
para nosotr@s como maestr@s de infantil es una gran alegría. Sólo basta que
pregunten” ¿hasta cuando te quedas con nosotros?”, contestar “ hasta que el cole acabe” y
escuchar ¡bien, quiero que te quedes!, para tener una sonrisa de oreja a oreja
durante toda la mañana.
No me importa pelear mucho porque cueste aprender la doctora
“t” o el señor del dinero “d”, o simplemente porque no sepan las diferencias
entre un pueblo y una ciudad… No me importa estar toda la mañana bailando al
son de “Carnaval, carnaval” vestidos de diferentes cosas, ni tirarme al suelo
durante 45 minutos haciendo psicomotricidad, no me importa jugar al dominó de
diferentes clases ni pasar todo un recreo viendo cómo juegan, no me importa
ayudarlos a aprender a leer a escribir… y no me importa nada que implique
ayudar a mis pequeños y ser feliz mientras aprenden conmigo y yo con ellos.
Simplemente soy maestra de infantil y todo trabajo que haga
por ver felices a mis príncipes y princesas, por muy duro y trabajoso que sea…valdrá
la pena, simplemente por su aprendizaje, por las horas con ellos y por el
cariño que brindan.